Esa rutina sin monotonía, eso tuyo y eso mío. Esa forma de sacarte de ti tan solo con mi lengua, esa forma de sacarte de ti que no sé si te la enseñé yo o me la enseñaste tú. Te abres tú y se abre mi mundo, mi boca, mi apetito, mis ganas de conocer y seguir descubriendo sobre ese mundo que ya me sé a la total perfección, pero nunca es una pérdida de tiempo volver a él. No es tan mía la decisión, sino que de mi cuerpo, tenerte cerca me desubica, tanto que no sé de qué manera usar mi lengua para hablar y no para ungirte.

Casi imposible no vivir sobrepensando en todas las veces que tus piernas para mí se abren, en la humedad de tu entrepierna, en como tu mundo llueve al llenarte de palabras obscenas. Eso tuyo y eso mío, lo mucho que te encanta que mis manos jueguen a tantear... la forma en que tu cuerpo se moldea en busca de comodidad y mis manos, todo eso nuestro.

¿Para qué la música? -siempre pienso- si tengo la oportunidad de tenerte entre gemidos y jadeos cerquita del oído cuantas veces yo quiera ¿por qué he de dañarlo con música?

No sé desconcentrarme de ti, tú no sabes como pedirme salir de ti, porque aunque el cansancio presente esté, el sabernos ahí, teniendo un contacto especial, jugando a escondernos en la piel de cada cual, siempre es más fuerte.

Te hubiese elegido para la vida entera, podía pasar la vida entera contigo... pero nos vimos tarde, tu hogar no era el mío, mientras yo aún soy del mundo tú eres de otra alma, y aunque te ame, sé lo que duele fallar. Aproveché cada momento, me humedecí lo suficiente las manos y la boca, te dejé de mí todo lo que tenía que dejarte... pero tú ya tienes un hogar, y yo tengo que ir en busca del mío, uno que pueda ser exclusivo para mí, como lo merezco.

                             Te recordaré por un tiempo,
                                    Irresistible infidelidad.