Ojalá siempre tengas quien te de un consejo de utilidad, alguien que te apoye y pueda aportar, alguien que además de tu afecto, le interese todo lo que llevas detrás.

Ojalá y no te toque llorar, todo el mar que te lloré yo a ti, que puedas sonreir como siempre, o como al menos me sonreías a mi.

Pero ya, voy a dejar de ser tan buena, tan sumisa, tan comprensiva... Tengo que dejar al coraje hablar una vez, no te lo tomes tan a pecho, es que ya se me saló la miel... 

Y ojalá que te revuelques en la miseria, al menos por cinco minutos, que tu vacío sea tan grande, como el sentimiento que te encargaste de marchitar.

Ojalá que te encuentres contigo, un día que no tengas nada que hacer, porque estoy más que segura, de que más que a mi te va a doler.

Y me cago en todos tus ancestros... ¡Qué mucha mierda me hiciste creer! Lo nuestro según tú pasó muy rápido, pero con tu nuevo amor ¿en cuánto fue?

No me mal entiendas, no tengo nada de celos, ¿por qué he de ponerme celosa? Si lo que yo te di, no te lo dará ni en sueños.

No te diré que no me marchistaste, porque realmente eso hiciste, me estrujaste el corazón, arruinando todo lo que prometiste.

No te diré que no te amo, pero ojalá y pudiera dejar de hacerlo, ¿cómo te disfrazaste de un ángel? Si tú eres peor que los cuervos.

Me hierve la sangre, y no tanto por la ruptura, me hierve la sangre, por lo que me enseñaste y resultaste no ser.

No importa por donde camine, 

Así sea por las calles de Santurce o el Viejo San Juan,

Me encuentro igual de sola,

Así ande con una multitud.

Porque no estás tú caminando a mi lado,

Por eso es que siento como las calles me patean. 

Caminando por las aceras, si miras hacia donde estoy desde un helicóptero,

Verás todo a color,

Excepto yo...

Yo soy lo único que verás color gris, ya que el negro para mí no es un triste color.

Porque soltaste mi mano y hasta mi corazón,

Me lo grita cada rincón de Puerto Rico,

No importa con quien ande al lado,

A veces camino y siento como me escupe la calle,

Porque no tengo tu mano apretando la mía,

Porque hacia donde camino no es a un lugar en el cual tú me estés esperando.

Hasta la comida me rechaza, hasta ella me recuerda a ti.

Con tazas diarias de café 

es que poco a poco yo me pego,

Porque me estoy volviendo a encontrar

Ya que todo te lo di.

Ya no derramo lágrimas gruesas por tu amor,

Pero eso no quiere decir que tu amor no me duela

¿Cómo no me va a doler?

Perdí el azúcar de mi amargo café, esa que tanto me costó hallar...

Y de aquí a lo que azúcar vuelva a encontrar,

Millones de cosas pueden pasar.

Y como de costumbre... Todo se me acaba, se me acaba el amor, se me acaba la sonrisa, se me acaban las ganas, se me acaba hasta el aire. A veces pienso que tengo algunas cosas duraderas en mi vida, pero cuando las reviso son esas cosas que siempre han estado conmigo, cosas que no viene ni al caso mencionar. Todo se me acaba, pero curiosamente la esperanza no... Y es tanto malo como bueno, porque a veces la misma esperanza es lo que me mata poco a poco, pero yo no sé arrancarme la esperanza, tampoco la fe, porque en algún momento a mi me tocará ser felíz, por más veces que me equivoque. Por el momento, todo se me acaba, los "para siempre" no me duran más de tres meses y las sonrisas sinceras tampoco, no sé de qué se trata todo esto, pero hasta las ganas de averiguarlo se me acaban.

¿Cómo se supone que sonría? Si tengo la sonrisa tan triste como una biblioteca sin libros.

¿Cómo se supone que hable? Si la voz no me sale, se me agrieta, simplemente no puedo.

¿Cómo se supone que tenga ganas de algo? Si solo tengo ganas de ti y no duermes conmigo. 

¿Cómo se supone que tenga tranquilidad? Si cada extremidad me tiembla de miedo, si el corazón lo tengo lleno de lágrimas, si todo está bien pero no me siento segura. 

¿Cómo se supone que sea felíz? Si no puedo cerrar los ojos, abrirlos y encontrarte frente a mi, con tus labios junto a los míos, besándome mientras escapa mi dolor.