Aquí estoy,
siendo la mosca en la sopa
la piedra en el zapato
y la paja en el ojo.

Presa en una habitación
en la cual nunca quise estar,
observando como brotan las lágrimas
mientras estoy frente al espejo,
observando como cae por mis mejillas
toda la desilusión, decepción, cansancio,
palabras que nunca dije, cosas que hice y no pensé,
unas cuantas despedidas que me dolieron hasta en los huesos
y todo eso que me dolió
y me duele.

Intento no hacerme preguntas,
intento no llorar por cosas que nadie entendería
intento largarme y no sé largarme,
intento que el mundo no me importe.

No quiero cansarme de mí,
no quiero querer revivir ningún momento
tampoco sentir ganas de buscar a gente que me abandonó
mucho menos extrañar a lo que todo me dañó.

No quiero llegar a ser una persona desconfiada
aunque realmente tenga mil motivos,
ni quiero vivir lo mismo siempre
y que el único cambio sea el escenario.

Ya no quiero que se me brote la tristeza en la mirada,
que nadie observador pueda fijarse en mi alma quebrada.
No quiero llorar con fotos,
ni recuerdos...
Desearía no saber extrañar momentos ya vividos,
por una hora como máximo
quisiera no sentir.