Te conocí tratando de ser tú en el lugar equivocado, cosa que te hacía la vida más complicada y estoy casi segura de eso, pero te puse rápido en donde quería y creí que debías estar, donde te sentiste en casa. Tú odias el frío, yo lo amo. Todo lo que me gusta no es que no te guste, pero la gran mayoría del tiempo te llama más la atención lo opuesto u no sé si es a mi que me gusta todo lo opuesto a lo que a ti, pero no solemos coincidir en más del 50% de las cosas. Tú eres una persona muy activa, transmites muy buenas vibras y llevas en ti una sonrisa capáz de cambiarle el día a quien sea. En cambio yo, suelo alegrar a las personas de modo distinto, de primera soy de aspecto serio, no suelo estar muy sonriente, soy lo que no eres y eres lo que no soy... O mas bien no, pienso que quizás somos lo mismo pero de distinta forma. Tú eres el día, yo soy la noche. Pero hay algo que nos unió, algo en lo que sí somos iguales... Buscábamos, nos hacía falta y anhelábamos lo mismo, sufríamos lo mismo. Decidimos abrir nuestras puertas y lentamente el dolor escapaba de nuestro ser, hasta estar aquí, con esos vacíos llenos de felicidad y construyendo una vida eterna para dos con el corazón, un jardín el cual no dejaremos de regar. Eres un sueño y no quiero que me pellizquen. Desde que estás aquí siento que no podría sin ti y con toda la sinceridad del mundo, tampoco me interesa querer sin ti. No te pido nada, solo que me demuestres tu amor siempre, no olvides que el café a todas horas me encanta y que tus besos no pierdan su dulce sabor.