Con mis labios acaricié tu orgullo y al darte cuenta de que ya eras a mi vulnerable, me maldeciste mil veces y me hiciste culpable, me culpaste del amor que sentías, me culpaste de tu emoción, me culpaste de hacerte empezar a ver todo con color, no me lo dijiste con la boca, pero me lo dijiste con la mirada. Cada pedazo de tu cuerpo ya era mio, lo supe porque no tenía que buscarte, tú venías a mi inmediatamente te pensaba, era hermoso. Tocaba cada vez más profundo tu corazón... Más bien, eso no, tu soberbia y cada segundo que pasaba desaparecían más trozos de tu presunción, de tu arrogancia... Ya no eras de ti, eras de mi, nunca habías experimentado la sed ya que siempre solías ser el agua y te entiendo, pero ya no eres agua, ahora tienes sed, ahora buscas agua, ahora necesitas, ahora... No eres quien solías ser.